Cambio

Como pequeñas termitas demoledoras, algo se me revolvía lentamente en las entrañas y aullaba casi de forma inaudible, como velado por una tela obscura. La mezcla estremecedora de dolor y escozor que produce la separación de la uña y la carne se quedaba corta al lado del frío cortante que producían esas termitas al chocar de súbito con el velo letal que me encerraba y me aislaba del mundo. Parecía que las termitas se comportasen  como los dientes de una ballena.

Más tarde, yo sola fui quemando ese velo embrujado con el fuego que de vez en cuando me daba fuerza para vivir, hasta que conseguí ver lo que significaban las termitas. Son los rayos luminosos del cambio, el despertar, la llave de la consciencia, la voz del mundo, el latido del universo que yo contenía e ignoraba convencida en mis principios.

Con la forma del sonido de un arpa, comencé a oír voces del subsuelo gritando “No vale la pena vivir para desperdiciar la vida”; con la forma del estruendo de un trueno comenzaron a caer voces de las nubes que susurraban “Cambia, Berenice”. No eran sino almas vitales contenidas en seres tan carnales como yo.

Existe un instante en el que lo interno y lo externo se funden, y conseguimos comprender las cosas.

Ahora abandonaré mi letargo y dejaré de hibernar.


3 comentarios:

  1. Esta multiplicación cuántico-gatuna, sin duda, es un buen presagio.
    Te prometo, Berenice, que en la "caja" no existe macho felino con el que haya podido aparearme.

    Bueno, hay un piltrafilla llamado Pepe, pero está capado.

    Si los trillizos te dan guerra, los mandas a la ----- caja. Desperezarse lleva su tiempo.

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