...
sus
patas
... en mi cerebro.
Y hacen que sea una ...masa... hermética, una caja con animales muertos y hedorosos dentro pudriéndose penetrante y lentamente y no caben otros pensamientos, sólo ellas y están por todos lados sin que nadie las vea, y estamos así cara a cara y me hacen daño con su fuego... su telón de terciopelo rojo ardiente... fuego que yo no puedo controlar, fuego de muerte, fuego acuoso y pegajoso. Yo estoy cómoda entre la viscosidad de los pensamientos de muerte porque es como vivir por curiosidad, pero es incómodo porque no puedo tocar a esas arañas que están ya en la cima de la vida, en la muerte estrellada, en la sábana de detrás del cielo.
Yo sé que es sólo un gran salto lo que me hace falta, un gran salto hacia los cristales, vidrios cortantes que se aparecen en mis sueños grises. Yo no quiero ya respirar oxígeno y nadie lo sabe, nadie puede saberlo porque nadie conoce a las tarántulas, nadie sabe que me asfixian y que... se inyectan... en las corrientes de mi mente.